lunes, 11 de junio de 2012

*Greece*








El sonido de las olas contra las rocas me despierta, suena tan salvaje que parece que gritan susurros. No es día de tormenta, el sol quiere abrir mis ojos con toda su fuerza, pero creo que hasta dentro de unos minutos no lo va a lograr. La brisa desapareció esta noche, algo que me alegra porque solo tenía tu calor para abrigarme. Puedo recordar cada segundo grabado en mi piel. Después de bailar con todos esos lugareños, recorrimos las paredes blancas de esas calles griegas, hasta llegar aquí, con una botella en la mano. No nos la bebimos, pensamos que iba a ser demasiado bonito como para no tener todos los sentidos puestos en nosotros. Entonces nos sentamos, y saco de mi bolsillo un bolígrafo y una servilleta arrugada que guardé del restaurante donde cenamos, y comienzo a escribir: "Hoy, 29 de agosto, creo que a las 3 de la madrugada, no estoy segura de la hora que es, ni de nada a mi alrededor, bueno, excepto tú. Estoy segura de que eres y serás siempre el único. Mi único y eterno amor." Doblo esa servilleta y la meto en la botella, la cierro como si ya no se pudiese volver a abrir. Te miro, me estás mirando como quien mira una obra de arte abstracta, con dulzura e intentando descifrar el misterio de mis pensamientos. Leo en tus ojos que vas a echar a correr detrás de mi, pero me adelanto, corro, y lanzo esa botella al agua, manteniendo un secreto vivo. No preguntas, sabes que no tendrás la respuesta. Como dos niños, caemos al suelo, y crecemos en un instante. Me desnudas, te desnudo. Tu cuerpo y el mío es lo único caliente sobre el césped, y mientras las olas chocan contra el acantilado, hacemos el amor, en sintonía con todo aquello. En un momento estoy contando las estrellas del cielo, y tú los lunares de mi piel. Y nos abrazamos, besándonos, hasta que no podemos evitar dormirnos, hasta ahora. Creo que tengo cara de enamorada, con los ojos cerrados y esa sonrisa que se me pone al recordar lo feliz que he sido esta noche. Estoy decidida, voy a abrir los ojos. Tú te has adelantado, me miras, apoyando tu cabeza sobre la mano, aún tumbados en el césped. "Buenos días mi amor, ¿quieres que vayamos a desayunar? estarás hambrienta". Lo cierto es que sí, de él. Sonrío. Quiero despertar todos mis sentidos, desentumecerme. Me levanto con un pequeño giro y un saltito, y comienzo a acercarme a la parte mas baja del acantilado. Traviesa, riéndome de mí misma, bajo una par de rocas y considero que es una distancia a la que puedo sobrevivir. Y salto. Cuando quiero darme cuenta las aguas cristalinas ya han inundado mi piel. Miro hacia arriba y te veo caer, tu belleza supera a la de todo el paisaje. Te hundes, te busco debajo del agua. Te he encontrado. Solo quiero besarte, y lo hago. Te beso, y aunque el agua consigue refrescarme, no puedo evitar derretirme con el calor que desprendes.

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