sábado, 3 de marzo de 2012

Que no amanezca, si será así.



Anoche discutimos, por un tema u otro, que más da. Creí que se pasaría al llegar la mañana, como al igual que siempre nos pasa, pero esta vez fue distinto. Como no cedí en el instante en el que nos cabreamos a ir corriendo a darle muchos besitos y abrazos como siempre hago, la historia dio un vuelco. El sol cegador nos avisaba de que era hora de irse a recoger ya el bus, pero por más que una y otra vez me resaltase preguntándole -¿"es ya la hora"? o no me contestaba, o a lo último me respondía con un rotundo "NO". Claro, yo intuía de que sí que faltaba nada y menos para prepararnos e irnos, pero tampoco estaba segura y volví a conciliar algo de sueño, o eso intenté. Como si de un chasquido se tratase, abrí de repente los ojos y ahí estaba, casi preparado para irse...sin mí, sin avisarme, ¿sin despedirse? Mi estado de calló y me pregunté a la vez mil cosas juntas. Quería llorar, gritarle, besarle y sobre todo abrazarle. Al final sí que se despidió fugazmente, me pidió un beso y apenas a rozaduras pude dárselo. Me latía y chocaba contra mi una montaña de "Porqués".Como siempre, acabo sintiéndome yo la culpable de todo. No es un buen comienzo como para una bonita mañana como hoy.

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