sábado, 10 de marzo de 2012

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Después de todo un caos y de que ya no quedará nadie bajo este frío techo, salí de mi escondite y al fin pude estirar mis brazos, relajarme así de una vez. Me desenrolle de toda una maraña de sabanas y mantas y bajé al piso inferior. Puse la música, me senté en el sofá, cogí un libro y me delimité a abrazar aquella paz que no estuvo en cuanto a este día y al anterior. Suspiré.

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