miércoles, 19 de octubre de 2011

La estrellas fugaces son solo eso, estrellas fugaces.

Sí, yo perdí mi magia, la magia que se le da a una estrella fugaz ):




Cuando somos niños, nos encontramos tan ilusos ante todo. Yo, apenas a mis 6 o 7 años, no recuerdo la edad exacta, escuche de casualidad varias veces que si eras capaz de ver una estrella fugaz y pedías un deseo se te concebía. Inocente de mi, gracias a mi gran atracción u obsesión hacia el mito de las sirenas, me tiré despierta casi una noche entera, esforzándome por no dormirme entre el marullo de mantas que me había montado en el suelo de la habitación de mis padres ante la ventana del balcón abierta de par en par en busca de mi estrella escondida. Me tiré así varias noches, hasta que llego esa misma noche. Esa noche me la pasé agotadora mente mirando el cielo de lado a lado, hora tras hora, hasta que apareció y al instante formulé mi deseo, más feliz que unas pascuas que estaba yo por el gran éxito de verla al fin. Pedí que cuando llegase la mañana despertarme y encontrar que en vez de piernas poseer una bonita cola de sirena, para nadar en el mar y sentirme como se sentirían ellas (?) En fin, la cosa es que tonta de mí, mi cara en cuestión de milésimas de segundo se transformó en completa desilusión tras ver que nada de nada, que todo seguía igual que esa noche pesada. Escuchar de nuevo vez tras vez tontas historias de las estrellas fugaces me rebotaba al instante.

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